domingo, 9 de noviembre de 2008

Del malestar al des-orden cultural

El des-ordenamiento cultural esta siendo provocado por la crisis en los modelos de desarrollo y los estilos de modernización. Este des-ordenamiento ha inducido que los procesos que la conforman hayan perdido el centro, para desplegarse por el mundo de la globalización.

El proceso protagónico de las tecnologías antes llamadas medios es cada día mayor y su instalación como elemento exógeno a las herencias culturales y a las demandas locales, la fascinación tecnológica produce ciertas paradoja una de ellas es el papable deterioro de la educación formal.

Una segunda dinámica estructural del fin de siglo es la amalgama de secularización y desencanto provocadas por el surgimiento de una nueva sensibilidad marcada por el abandono de las totalizaciones ideológicas y la desacralización de los principios políticos, el desencanto de la política trasforma el espacio publico en espacio publicitario, convirtiendo al partido en un aparato-medio especializado de comunicación y al transformar al pueblo en publico acentúa el carácter abstracto y desencarnado de la relación con las audiencias.El des-orden en la cultura que introduce la experiencia audiovisual atenta hondamente contra el tipo de representación y de saber en que estuvo basada la autoridad. Primero fue el cine con esa fuerza subversiva fabricada por la industria de Hollywood, que expandió su gramática narrativa y mercantil al mundo entero. Segundo la televisión es el medio que mas radicalmente va a desordenar la idea y los limites del campo cultural sus tajantes separaciones entre la realidad y ficción, entre vanguardia y kitsch, entre espacio de ocio y de trabajo.

Hoy el flujo televisivo se construye en la metáfora más real del fin de los grandes relatos, por la equivalencia de todos los discursos-información, drama, publicidad, o ciencia, pornografía, datos financieros, la ínterpenetrabilidad de todos los géneros y la transformación de lo efímero en clave de producción y en propuesta de goce estético.

En América Latina es en las imágenes de la televisión donde la representación de la modernidad se hace cotidianamente accesible a las mayorías. Son ellas las que median el acceso a la cultura moderna en toda variedad de sus estilos de vida, de sus lenguajes y sus ritmos, de sus precarias y flexibles formas de identidad, de las discontinuidades de su memoria y de la lenta erosión que la globalización produce sobre los referentes culturales.

Las mayorías en América Latina se están incorporando y apropiándose de la modernidad sin dejar su cultura oral, esto es no de la mano del libro sino desde los géneros y las narrativas, los lenguajes y los saberes, de la industria y la experiencia audiovisual, los jóvenes articulan hoy las sensibilidades posmodernas de las efímeras tribus que se mueven por las ciudades estalladas o de las comunidades virtuales, cibernéticas, debemos dar entonces el salto de la ciudad letrada a la ciudad comunicacional para comprender la estrecha simetría entre la expansión/estallido de la ciudad y el crecimiento/densificación de los medios y las redes electrónicos.

El más estratégico de los ámbitos des-centrados por la televisión y el computador es el tradicionalmente constituido por la conexión entre la familia y la escuela. El des-centramiento producido por la televisión evidencia las figuras mas intimas del des-orden cultural, es como si la sociedad entera hubiera tomado la decisión de autorizar a los niños a asistir a las guerras, a los entierros, a los juegos de seducción, a los interludios sexuales, a las intrigas criminales, en la televisión quien les expone los temas y comportamientos que los adultos se esforzaron por ocultarles durante siglos.

El libro disfraza su control tanto el que sobre él se ejerce como el que a través de él se realiza tras su estatuto de objeto cultural y la complejidad de sus temas y su vocabulario, el control de la televisión no admite disfraces haciendo explícita la cesura, el niño no puede ser culpabilizado por lo que ve, pues no fue él quien trajo el programa erótico o violento a casa.

En lo que concierne a la escuela, ésta encarna y prolonga, como ninguna otra institución, el régimen de saber que instituyó la comunicación del texto impreso, se le atribuye una crisis a la lectura de libros entre los jóvenes provocada por la maligna seducción que ejercen las tecnologías de la imagen.

A la televisión se le asocia a valores enfrentados con los de la escuela, pero al ser acusada de todos los males y vicios que acechan a la juventud la TV devela lo que ésta catalizada de cambios en la sociedad desde el desplazamiento de las fronteras entre la razón e imaginación, entre saber e información, naturaleza y artificio, arte y ciencia, saber experto y experiencia profana, ala conexión de las nuevas condiciones del saber con las nuevas formas de sentir y las nuevas figuras de la socialidad.

Con la presencia de la cultura oral y al audiovisual no se esta desconociendo de modo alguno la vigencia de la cultura letrada sino desmontando su pretensión de ser la única cultura digna de ese nombre y el eje cultural de nuestra sociedad.

El libro sigue y seguirá siendo la clave de la primera alfabetización formal, esa que en lugar de encerrase sobre si misma debe hoy poner las bases para esa segunda alfabetización que nos abre a las múltiples escrituras que hoy conforman el mundo del audiovisual y la informática

Si bien, la televisión puede aportar conocimientos en diversas áreas del conocimiento, no debemos olvidar que los libros son de suma importancia para el desarrollo cognitivo de las personas, por lo que debemos hacer concientes a los alumnos del uso de ellos para obtener toda la información que requieran en su desarrollo. Aunque no debemos dejar de lado al desarrollo tecnológico y a la televisión, no podemos pensar que no son buenos, lo que deberíamos hacer es complementarlos para así sacar el mayor provecho de ambos.


Referencias Bibliográficas

MARTIN BARBERO, Jesús y REY, Germán (Capítulos 2,3,4 y 5) en Los Ejercicios del Ver, Gedisa, 1999. (pp. 20-48).

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